SENDERO


Todo me lleva a ti, y sin embargo estoy de regreso.

Camino la terquedad de mis pasos, la columna erguida de mis espantos, el dulce despertar de mis pies en otros pies. Todo me lleva a ti, y sin embargo regreso.

Regreso en un rojo vino de tus labios.

Regreso en las dulces melodías de arcángeles, y ángeles, de poetas y ebrios, de cantares y azares.

Regreso en un amanecer roto. Abierto a un cielo rancio, solitario como el roció de un invierno en tus manos.

Todo me lleva a ti, y sin embargo regreso.

Regreso en la luz de esa lámpara de un cuarto, de la copa de cristal hecha de plástico, de sandalias que no saben de pasos, de una sonrisa como bocanada de naufragios.

Soy un náufrago en el mar sereno de tus ganas.

Me inmolo cuando disimulas nuestras ansias, le haces una mueca al reloj de arena, a los cuatro vientos, a ese infinito beso que no llega.

Todo me lleva a ti, y sin embargo regreso.

Regreso como el silencio cuando lo persigue el destino.

Regreso en tu cabellera suelta y desafiante. Me enredo en un pentagrama de melodías, y sólo bailo al ritmo de nuestra canción.

Regreso en un atardecer de colores ambivalentes.

Regreso con la frente sin marchitar, con un vals y un tango, con el rock y el cuarteto.

Regreso en tu regazo, y me envuelvo en tu aroma a canela.

Todo me lleva a ti, y sin embargo regreso.
Todo me lleva a ti.

A ti…
A ti…

Mi inevitable partida.


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